viernes, 10 de julio de 2015

Maggie: La ley del amor


@Joaquin_Pereira

Desde tiempos ancestrales el hombre ha dictado leyes para conservar el orden pero por lo general intenta mantener la balanza social en equilibrio basado en el miedo y no en el amor. 
Judios, homosexuales, esclavos, extranjeros,… -y en la película los afectados por un extraño virus- han sido apartados de la sociedad que se cree poseedora de la verdad y se esconde detrás de las paredes de sus casas creyendo que así podrán alejar sus miedos.
El conjunto de leyes más antiguo que se ha encontrado es el Código de Hammurabi y allí por ejemplo se ordena matar a la hija de un asesino noble si es hallado culpable. Actualmente eso nos parece aberrante pero en su tiempo era la ley y se respetaba.
En la película Maggie (2015) del director Henry Hobson vemos a un padre -Arnold Schwarzenegger con un tinte de cabello terrorífico- en la encrucijada de tomar una difícil decisión, matar a su hija –Abigail Breslin, la misma de Miss Sunshine pero menos gordita- que poco a poco se va zombificando.
Y es que el amor es como los gatos que no saben de casas, puertas, cerraduras… leyes, que entran por donde quieren y no pueden ser atrapados. Así vemos a un doctor que por amor a su amigo trasgrede la ley y deja salir de cuarentena a la hija de éste, Maggie –Margaret, Margarita-, y luego le da un medicamento para matarla sin pasar por el terror del exterminio en los centros de profilaxis social.
Don´t get bitten – No te morderé es el lema de la cinta y nos remite a ese sentimiento tan claro y transparente que tenemos hacia las personas que amamos y que nos da la seguridad de no dañarlos pese a toda la oscuridad que creamos tener en nuestro interior.
No es casual que el leitmotiv de la película sea la margarita, esa que deshojan los enamorados en su eterno “me quiere o no me quiere”. La misma margarita que deshoja el padre de la historia: “la mato o no la mato”.
Al final es la hija la que por amor le quita la ejecución del veredicto a su padre con un beso y parte al mejor recuerdo de su infancia: su madre y las margaritas. Esta última escena es magistral al mostrase a través del iris de los ojos de Maggie. 
¿Cómo serían nuestras vidas si se basaran en el amor y no en el miedo? Sé que es una utopía, pero creo que cada uno tiene en sus manos el lápiz con el cual escribir nuestras propias leyes, aunque éstas naveguen a contracorriente de lo que dicta la sociedad. Todos nos merecemos nuestro particular jardín de margaritas.

1 comentario:

  1. Una muy buena película Joaquín. A pesar de ser de zommbies es una trama serena sin dejar de lado el suspenso.

    Saludos.

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