martes, 10 de octubre de 2017

It: No eres pieza de ningún rompecabezas




Por @Joaquin_Pereira

Ser joven, delgado, guapo –pero con un toque salvaje, según lo que marca la moda-, tener carro, apartamento, cuenta en dólares, dos carreras, por lo menos un master, hablar 5 idiomas, tener pareja, dos hijos, ser simpático –incluye saber encender la parrilla de los domingos-, tener un rosario de premios, estar presente en todas las redes sociales con varios megas de seguidores, siempre vestir bien y con colonia –no pachulí y menos a sudor u olor corporal natural, ¿natural, qué es eso?-, ser bueno en la cama, no ser posesivo ni celoso, saber escuchar pero no ser pendejo,  estar al día con las noticias, la política, la economía y los deportes, pertenecer a un grupo religioso –y odiar automáticamente a los otros grupos, en el nombre de nuestro Dios-, cumplir con la fiesta del día –estar enamorado el 14 de febrero y no querer ahorcar a tu madre el segundo domingo de mayo-, decir buenos días a tu vecino cada día y no escribir en mayúsculas en Whatsapp… En resumen: si no eres perfecto eres una mierda y debes ser execrado de inmediato en las alcantarillas de la sociedad.

Como pueden comenzar a intuir luego de leer la anterior lista, es una absoluta locura pretender encajar en la sociedad como si fuéramos la pieza perdida de un rompecabezas, que por cierto te van cambiando continuamente. Esto genera un estado de ansiedad tal que sólo es medianamente soportable con ansiolíticos u otras drogas. 

Esto lo entendió muy bien el escritor estadounidense de best seller Stephen King, desde aquella primera novela que publicó en 1974 Carrie, inspirada en el bullying que se le hacía a una adolescente cuya primera menstruación ocurrió en las duchas del equipo de cheerleaders. Desde entonces King se ha hecho especialista en mostrarle a la sociedad su peor miedo, no encajar, ser un perdedor.

Este año se estrenó la versión cinematográfica del primer capítulo de su novela de 1986 It, en la que un grupo variado de adolescentes inadaptados unen fuerzas para bajar a las alcantarillas y luchar con sus mayores miedos. 

Desde el 2009 han pasado cientos de participantes por mi Taller de Escritura Creativa. Inician el curso sintiéndose piezas perdidas de un extraño rompecabezas y salen recuperando la sensación de que son seres completos y valiosos: colocar nuestra firma en una obra nos salva de horas interminables de terapia psicoanalítica y cientos de dólares en medicamentos o drogas distractoras. 

No hace falta llegar a las alcantarillas de la sociedad para entender que lo verdaderamente enfermo es querer encajar en una sociedad profundamente enferma. Dejemos de cuadrar lo puños como si el día a día fuera una batalla interminable. Los enemigos externos son un reflejo de nuestro machaque interno. Callemos al histérico ego, démosle las gracias por mantenernos alerta de los peligros pero no dejemos que asuma el control de nuestra vida. 

No venimos a ser la repetición de un patrón establecido: Venimos a ser la respuesta a una petición de auxilio que algún humano solicitó en sus oraciones. Somos la paz que alguien requería, somos la extravagancia que libera el aburrimiento, somos la carcajada en medio de la hipocresía, somos el amor que buscan los solitarios perdidos en sus castillos de cristal.

Sí, eso -It-, somos maravillosamente únicos e irrepetibles. No somos piezas de ningún rompecabezas.

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