martes, 30 de diciembre de 2014

I Origins: nuestras obsesiones nos definen


Por @Joaquin_Pereira

En la película de Mike Cahill I Origins (2014), la inquietante enamorada del protagonista lo llama “Dr Ojo” pues precisamente esa es su obsesión: demostrar que el ojo humano surgió producto de la evolución y no por acción divina. Para lograr esto el científico trabaja en estimular el surgimiento de un ojo primigenio en un gusano sin el sentido de la vista. Pero la vida siempre nos sorprende cambiando nuestros pobres proyectos por una opción más enriquecedora.

Por mucho que esté casado con su asistente de laboratorio y que su amada haya desaparecido de improviso, no puede evitar por mucho que lo intente retomar la búsqueda de su pasión que ahora habita en el cuerpo de una niña en la India. ¿Me pregunto por qué los directores de películas siempre terminan por jugar la carta “India” cuando tocan el tema de la espiritualidad?

Pero el punto que quiero tratar es el de nuestras obsesiones, esas que por lo general se instalan en nuestra alma en los primeros años de vida: música, fútbol, ovnis, actuación,… No importa haber errado la carrera universitaria o las múltiples decepciones amorosas, todas tendemos a retomar la senda de nuestros sueños. Unos ya muy tarde, otros como una maldición y los afortunados como una experiencia inspiradora.

¿Qué te obsesiona? ¿Por qué no te entregas a tu pasión? ¿A qué le temes? 

Cuando te mires en el espejo mira el iris de tus ojos: sus imbricados tejidos son únicos e irrepetibles en cada persona del planeta… a menos que creas en la reencarnación como propone la película. Lo importante es que te sientas valioso y con una misión particular, eso te salvará de ese mercadeo de productos que nos acosa a diario homogenizando nuestros días.

Comenzamos a recuperar nuestra paz cuando nos damos cuenta que todos estamos locos, pero sólo algunos logramos llevar las riendas de nuestra locura con una dirección enfocada. 

En la cinta los científicos afirman que no obtener resultado positivo de una búsqueda no es un fracaso, sólo acumulamos datos que nos servirán para reconducir nuestra búsqueda en otra dirección.

Llamamos obsesión a esa misión que traemos al nacer y que no entendemos por qué nos atrae tanto.  No esperes a que una tragedia te devuelva a la ruta de tu destino, dale espacio y oxígeno a tu locura y los demás tendrán que adaptarse a tu nueva situación.



domingo, 28 de diciembre de 2014

El exótico Hotel Marigold: aún no es el final...


Por @Joaquin_Pereira 

Le tememos tanto a la muerte que no queremos cambiar… aunque eso precisamente sea estar muerto. La sociedad tiene todo planificado para tu vida… pero la vida siempre te sorprende, despeinando a la sociedad con su brisa fresca. 


¿Por qué los cuñados se preocupan tanto por la muerte de sus suegros, que tienen prisa por encerrarlos en un asilo? Cuando ellos al fin son libres para volver a jugar… ahora con sus nietos.


Hace poco un vecino – con una dentadura que le ha costado enderezar más que el costo de su camioneta – despidió a un amigo que se iba de viaje con la siguiente frase optimista: “pronto tendrás 50 años, por qué no vas al banco a pedir un préstamo para un seguro de vida”.


Yo le recomendé a mi amigo que lo llamara “mam...” y que le dijera que a los 80 años tenía planificado lanzarse en paracaídas.


¿Por qué la gente teme tanto vivir y opta por seguir el guión que alguien – no se sabe quién- estableció? : casarse antes de los 30, tener dos hijos antes de los 40, mudarse a Miami antes de los 60,… morirse de aburrimiento.


La India - como Venezuela-, nunca serán países “desarrollados”, serán siempre caóticos… porque guardan el secreto; lo que no saben en Suecia, ni en Finlandia, salvo sus suicidas: la vida es cambio, no una fosilizada pensión de vejez.


Y por qué les digo todo esto: vean la cinta del 2012 de John Madden The Best Exotic Marigold Hotel. Me lo agradecerán.


La cinta está basada en la novela del 2004 de Deborah Moggach These Foolish Things y en el 2014 se inició la producción de una secuela. Actuan Judi Dench –sí, la de 007-, Celia Imrie, Bill Nighy, Ronald Pickup, Maggie Smith – sí, la de Harry Potter-, Tom Wilkinson, Penelope Wilton y Dev Patel – sí, el de Slumdog Millionaire.

viernes, 26 de diciembre de 2014

Words & Pictures: la vitalidad de la competencia



Por @Joaquin_Pereira
¿Una imagen vale más que mil palabras? En el filme de Fred Schepisi Words & Pictures (2013), dos profesores compiten para demostrar la preeminencia de una forma de arte sobre la otra: la pintura o la literatura.

Aunque la discusión planteada en el filme me interesó dado que he dictado talleres tanto de escritura como de fotografía, no fue esto lo que más me llamó la atención. Tampoco fue la historia de amor que se establece entre los protagonistas. No.

Lo que más me impresionó fue ver como la competencia se convierte en un oxígeno vital y hasta en una terapia: nos motiva y nos hace crecer como personas.

Confieso que esta reflexión surge por mi temor al efecto del régimen socialista impuesto en Venezuela sobre el alma de sus habitantes: al satanizar la competencia por considerarla capitalista, la mediocridad entumece la creatividad como la afección que ataca a la profesora de pintura en el filme.

Cuando no nos desarrollamos intelectualmente nuestra autoestima se deteriora y tendemos a caer en hábitos negativos o vicios, como el problema con el alcohol que presenta el profesor de literatura en la película.

Es por eso que cuando necesito inspiración voy a caminar por los pasillos de mi alma Mater, la Universidad Central de Venezuela, la casa que vence la sombra: me reconcilia observar como sus estudiantes y profesores no se dejan abatir por la pobreza de espíritu que se respira en el país.

Luego de esta bocanada de oxígeno me dirijo a mi taller para preparar mis clases; exigirle a mis talleristas lograr cada vez una mejor creación no es un afán esnobista: es mi forma particular de revelarme ante un régimen que quiere vernos adormilados y sin esperanza. Sí, la competencia es sana.

miércoles, 24 de diciembre de 2014

Elsa & Fred: una invitación a La Dolce Vita



Por @Joaquin_Pereira

Cuando llegan las “fiestas” decembrinas y la gente parece que entra en trance haciendo competencia de a quién le va peor, una buena estrategia es escabullirse a una sala de cine… aunque la experiencia pueda ser una ruleta rusa. 
Después de soportar los comentarios de taxistas sobre lo mal que será el año próximo, toparme con una antigua vecina que alardea de lo enfermo que está el corazón de su esposo, y pensar en soportar a mis cuñados en las cenas del 24 y 31, decidí huir a una de mis aficiones favoritas aparte de leer: ver historias en la gran pantalla.
Como les digo, hay veces que escoger una película es como ponerse un arma en la sien y esperar que no te toque una bala, has agotado toda la cartelera y te topas con una cinta de la cual no sabes absolutamente nada y ni siquiera hay un afiche para más o menos guiarte. Eso me pasó con Elsa & Fred – remake gringo de una cinta argentina del 2005. Lo primero que se me ocurrió es que se tratara de una comedia sobre dos gordos que se enamoran. 
Decidí arriesgarme, al menos tendría una excusa para tener el celular apagado a familiares con crisis navideñas y por dos horas no me toparía con algún conocido que quisiera hacer terapia gratis contándome sus penurias. 
Cuando la muchacha que atiende en la taquilla me dice que la entrada cuesta 350 bolívares es cuando caigo en cuenta de que la proyección sería en la sala VIP: que de exclusivo pareciera ser sólo los asientos reciclables y un mayor volumen en el aire acondicionado.
Los pocos espectadores nos saludamos al entrar como si dijéramos “¿también estás huyendo cierto? Vamos, la peli no puede ser tan mala”. Y comienza la proyección sin media hora de comerciales como en las otras salas: ya sé porque se llama VIP. 
En los primeros minutos me doy cuenta que los actores principales son Shirley MacLaine y Christopher Plummer, con lo que pierdo un poco el temor de verme atrapado ante una comedia gringa a lo Locademia de Policía.
Sin querer hacer spoiler les adelanto que uno de los leitmotiv de la historia es una escena de la película La Dolce Vita, esa en la que una desquiciada actriz rubia platinada se pierde por las calles de Roma, toma un gato blanco de la calle y se lanza a la Fontana de Trevi.
En resumen le puedo confesar que la cinta me gustó. No tengo la edad de los protagonistas así que no lloré ni entré en crisis existencial pero sí tomé buena nota de lo que me espera en 30 años: “ponte las pilas carajito o tu vida será una mierda si no vives ahora intensamente”. 
Al salir del cine recordé que tenía en casa un DVD con el filme de Fellini. Sí, lo confieso para el gozo de los troles cinéfilos: no había visto La Dolce Vita. Así que me dispuse a subsanar ese vacío intelectual.
La primera angustia que me generó la película es darme cuenta de que fue hecha en 1960: ¿cómo pude haber nacido en una época donde todo lo maravilloso ya se hizo?, ¿será que estoy condenado a ser sólo espectador o creador de remakes?
Nada. La Dolce Vita es brutal: el vértigo que te genera lo trepidante de las escenas debe asemejarse a un viaje con LSD. El personaje interpretado por Marcello Mastroianni, que se llama también Marcello, es como el hilo de Ariadna en una trama laberíntica.
Fue inevitable sentir empatía con el protagonista: un periodista que aspira ser escritor en medio de una sociedad decadente de seres tan pobres que lo único que tienen es dinero.
Al volver a encender el celular recibo la llamada de una hermana cuadrando las cenas navideñas. El costo de los pasajes hizo que no pudiera huir del país por estas fechas así que me toca calarme unas horas a mis cuñaditos. Tendré que hacer como Fred, dar un paso a la vez para conectarme con la vida.
Luego de la tortura saldré corriendo a casa a ver la versión original de Elsa & Fred a ver si vuelvo a comprobar que el cine latinoamericano es mejor que el gringo.

viernes, 19 de diciembre de 2014

Libertador: el seductor olor de la guayaba



Por @Joaquin_Pereira

El ser nieto del creador del poema más intrínsecamente venezolano, Florentino y el diablo, es un signo con augurio positivo, y más al llevar su mismo nombre: Alberto Arvelo, director de cine, alcanza un peldaño cada vez más alto en la escalera del éxito con cada película que realiza. En el 2015 fue prenominado al Oscar por su cinta Libertador, que hubiera sido la primera estatuilla dorada para Venezuela.

Me gusta coleccionar personas entrañables, de esas que te devuelven la fe en la vida con sus éxitos. Entre ellas incluyo a Arvelo, mi director venezolano de cine favorito. Es por eso que me alegré tanto con la prenominación a los premios de la academia el 19 de diciembre de 2014; un viernes feliz en medio de rumores de desestabilización del gobierno que se muestra impotente ante una inflación devoradora. 

El Oscar comenzaba a oler a guayaba, la fruta que utiliza el director Arvelo para representar un Simón Bolívar adánico disfrutando con su esposa española en su paraíso tropical… hasta que un mosquito se atraviesa en su camino inyectado de fiebre amarilla a su amada y produciéndole un dolor que lo hará atravesar los Andes para liberar cinco países.

Y si a este estimulante olor le sumaramos el sonido de la banda sonora compuesta por el Midas con batuta de Gustavo Dudamel, todo apuntaba a que Venezuela disfrutaría de la ceremonia de los Oscars del 2015 muchísimo más que cuando Jared Leto le dedicó en el 2014 su premio a los estudiantes venezolanos que batallaban en las calles exigiendo un cambio de gobierno.

Uno esperaba que el mayor de los premios de la cinematografía mundial inspiraría a los venezolanos a escuchar con detenimiento los diálogos que aparecen en la cinta entre Simón Bolívar y su maestro Simón Rodríguez. Que aunque la película fue financiada por el régimen chavista, Arvelo supo hábilmente incluir el mensaje de luchar con los sistemas que intentan controlar a la población dividiéndolos. 

¿Una estatuilla dorada de 3,85 kilogramos uniría a los venezolanos o sería una nueva excusa para mantener la polarización? La entrega fue el 22 de febrero y todos sabemos que históricamente los febreros en Venezuela son conflictivos, como efectivamente éste lo fue. 

Por lo pronto me como una guayaba y pongo un disco con la banda sonora de la serie televisiva Los últimos, dirigida por Arvelo y que tanto inspiró mis días de estudiante de periodismo. 

Ojalá se cumpla la máxima bíblica de que los últimos serán los primeros y alguna vez Arvelo nos traiga el primer Oscar para Venezuela.

domingo, 25 de mayo de 2014

Bestias del sur salvaje: Cuando la imaginación florece en un charco




Por @Joaquin_Pereira

Beasts of the Southern Wild  - Bestias del Sur Salvaje (2012) nos hace cuestionar nuestros parámetros para medir e identificar la riqueza: una pequeña niña malviviendo en una zona marginal del sur de los Estados Unidos muestra tal poder de imaginación que ya quisiera para sí cualquier escritor con doctorados en literatura.
La película dirigida por Benh Zeitlin fue nominada en cuatro categorías en la entrega 85 de los premios Oscar: Mejor película, mejor director, mejor actriz por la jovencísima Quvenzhané Wallis y mejor guion adaptado.
La cinta me recordó El Laberinto del Fauno: una pequeña niña se presenta como puente entre dos mundos, el real y el fantástico. Hushpuppy es una niña extremadamente inteligente que hace interpretaciones complejas a partir de datos simples de la realidad. Tiene el ojo del escritor que asocia todo lo que ve como parte de una trama de una historia trascendente.
Es muy recurrente en literatura aprovechar la “mirada extrañada” de un protagonista para observar de manera más rica una realidad simple o cruel.
La vida es infinitamente más rica que la estrecha visión que separa a las personas en clases sociales: una niña que vive en un arrabal desastroso puede tener más imaginación que un niño que vive en un apartamento de clase media o en una mansión.
No existe historia o cuento que no enfrente un protagonista con un conflicto que lo termina transformando. De hecho lo que hace el protagonista para vencer sus limitaciones u obtener lo que desea lo convierte en héroe de su historia personal.
Si quieres contar una historia con influencia universal concéntrate en la particular vida de un personaje en convivencia con su entorno: en una gota de agua de mar se encuentran todas las características presentes en un océano.
Las preguntas que se hace Hushpuppy son las mismas que se hace un ejecutivo en Nueva York o un autobusero en Lima: las preguntas eternas que laten en la conciencia del hombre son la llama de los cuentos y por eso llenamos las salas de cine y devoramos libros; queremos recobrar la experiencia de sentarnos alrededor de una fogata para escuchar al chaman contándonos leyendas.

La madre
Definitivamente la figura materna marca el accionar de la protagonista de Beasts of the Southern Wild. Tal es así que en su mente la escucha cuando observa uno de sus vestidos y la opción de buscarla siempre está presente.

Todo héroe de literatura busca conseguir un objeto mágico o rescatar una princesa: Hushpuppy mantiene en su destartalada casa los objetos de su madre y no se amilana en nadar en su búsqueda cuando ve destruido lo que considera su hogar.

La madre de Hushpuppy encarna un arquetipo femenino dual: es la amazona pero también la Venus; es decir, es una guerrera y a su vez es la amante ideal. En este caso no se utilizó el arquetipo femenino de la madre o de la virgen: incluso cuando la trabajadora sexual acoge por momentos a Hushpuppy no lo hace para protegerla de forma maternal sino para prepararla para lo difícil de la vida, como un soldado que se enfrentará a una guerra.

El padre
Por su parte la figura paterna y masculina se muestra en en minusvalía con respecto a lo poderoso de la figura femenina, no sólo de la madre sino de la propia niña.

Me parece sumamente curioso el hecho de que una niña tan pequeña tuviera su propia casa a parte de la de su padre. Todo parece funcionar de manera diferente en “La Tina” lo que permite que la frontera entre realidad y fantasía sea permeable.

El padre es el vehículo por medio del cual Hushpuppy vence su temor a la muerte: ella cree que si rompe algo su universo colapsará, pero logra superarlo gracias a su padre que le prohíbe llorar si muere porque “cuando alguien parte, en otro lugar le dan la bienvenida”.

La casa
El hogar es la cueva mítica donde atávicamente nos sentimos seguros y es un reflejo o metáfora del universo. Como uno de los temas que late por debajo del film es lo frágil del equilibrio de la naturaleza y lo intrincado de las relaciones entre sus componentes, la casa resulta ser un lugar simbólico sobre el cual se estructura la historia.

A la protagonista le obsesiona la idea de ser responsable de la estabilidad del universo hasta tal punto que le pide perdón a su madre imaginaria por creer haber roto algo y esto haber producido la enfermedad de su padre.

La casa es tan importante que de hecho la película inicia con una impactante imagen del hogar de Hushpuppy mostrando lo aterradoramente vulnerable que es.

El Uro
Todo héroe requiere de un villano a vencer para que se conforme efectivamente la trama de la historia. En el caso de Beasts of the Southern Wild, la joven Hushpuppy tendrá que enfrentarse con un toro salvaje prehistórico.

El Uro encarna los temores de la protagonista específicamente con respecto al tema de la muerte. La inocencia infantil de Hushpuppy hace que cree que sus acciones son las causantes del resquebrajamiento del orden natural del universo y que será castigada por ello.

El Uro funciona como una especie de Minotauro que se encuentra al acecho en el intrincado laberinto del mundo de la Tina.

En la historia todo hace referencia al universo. La “chamana” del grupo llega a decir que todos –animales y humanos- son sólo “carne” que son engullidos por el universo. Esta relación tan estrecha entre animales y humanos refuerza la idea de lo interrelacionado que están los ecosistemas y el efecto negativo del accionar del hombre sobre el frágil equilibrio de la naturaleza.

El título de la película nos da una pista sobre el enfoque que el autor le da a la relación animal-hombre. Cuando se ve cómo come Hushpuppy y su padre le dice que comparta el alimento con el perro, se observa como las distancias entre animales y humanos se acortan: todos somos carne.

Hay una sutil religiosidad en la relación con los animales cuando al inicio del film la protagonista reflexiona sobre el lenguaje misterioso de los corazones.

Pero esta sutileza se confronta con la brutalidad de la sobrevivencia: “Si mi padre no aparece me tendré que comer a mis mascotas”, piensa Hushpuppy preocupada por la ausencia de su progenitor.

El film ataca la soberbia humana de creernos superiores a los animales. La protagonista lo deja muy claro: Si los Uros hubieran sobrevivido a la glaciación ella no sería Hushpuppy sino un desayuno.

domingo, 2 de febrero de 2014

Battle: Los Angeles, o cuando no se quiere pensar



Hay momentos en que uno quiere ver una película sólo para desconectarse de la realidad por al menos una hora, pero no está de humor para historias deprimentes, de terror, románticas o graciosas. Sólo lo que queremos es ver como todo estalla sin sentido y nada más. Para estas ocasiones funciona Battle: Los Angeles (2011) del director sudafricano Jonathan Liebesman.
Aunque la reseña que se hace de la película en Wikipedia aseguran que fue inspirada en un célebre caso Ovni ocurrido en la ciudad de Los Ángeles en EEUU entre el 24 y 25 de febrero de 1942, los amantes de la ufología no crean que se recrea ese caso. Que la palabra “inspirar” en este caso se queda un poco corta: unos extraterrestres atacan la ciudad y los militares tienen que salvarla, más nada.
Algunas veces pienso en que películas como éstas son pagadas por la CIA para expandir por el mundo la idea de que los militares norteamericanos no descansan hasta liberar sus territorios de quien ose invadirlos.
Dentro del cast encontramos a la actriz Michelle Rodríguez interpretando por milésima vez a una latina aguerrida de buen ver: bien por Michelle que cobró y llevó comida para su casa pero no creo que en esos papeles llegue a ganar algún Oscar.
El protagonista de esta cinta es Aaron Eckhart, y quizá por esta cinta le hayan dado el papel estelar en I,Frankestein - del director Stuart Beattie- que promete inyectarle esteroides al clásico de Mary Shelly.
Después de ver cómo estallan carros, edificios, autopistas… en el fuego cruzado entre los comprometidos militares norteamericanos y unos alienígenas malandros que no explican por qué les gusta devastar mundos, llega la única escena memorable de la película:
Los militares sobrevinientes llegan a su comando central donde se les ofrece algo de comer y se les invita a descansar luego de su heroica labor, pero en vez de darse una ducha y llamar a sus familiares deciden como Rambo que luego de comer un sándwich saldrían a patear traseros alienígenas y liberar de una vez por todas su nación. Dios salve América y a las películas que nos permiten desconectarnos y no pensar.

viernes, 31 de enero de 2014

Drive: ¿película para machos?




La película Drive (2011) del director Nicolas Winding Refn y protagonizada por Ryan Gosling pareciera hecha para esos machos (¿?) que siempre se quejan de las películas por considerarlas muy femeninas para su supuesta fama de tipos duros.
Piruetas en carros a alta velocidad, armas, prostitutas que no hablan, mafiosos, una doncella inocente y en peligro, un niño que necesita de un padre, dólares, muchos dólares y un protagonista que no llora ni ríe a carcajadas y que habla poco, muy poco, pero eso sí con el cabello bien peinado y con un aparente baño de crema permanente. Estos son los ingredientes del célebre tratado no escrito del “macho que se respeta…”.
Sí, escribo de forma irónica. ¿Qué vaina es esa de “macho que se respeta”? Los idiotas que siguen a pie juntillas este listado de reglas de conductas masculinas deberían únicamente tomar cerveza y babear, porque todo lo demás que conforma el quehacer humano es sospechosamente maricón.
Y es que estos machos han sido criados por mujeres que les impidió limpiar un plato o planchar una camisa y que los castigaba si osaban llorar, porque todos saben que los machos no lloran (Sí, Luis).
Nada. Que Drive es de esas películas que uno compra a su jíbaro de quemaditos pensando en algún día verla y se va quedando fría en el gabinete hasta que un día tras poner una película que se encuentra dañada te das a la tarea de ojear para buscar otra y salta ésta y le das una oportunidad.
Pero para ser justos hay que reconocer que gracias a esta cinta Nicolas Winding Refn ganó el premio a mejor director del Festival de Cine de Cannes del 2011. Quizás le dio suerte dedicarle la película al irreverente y creativo Alejandro Jodorowsky. Además estuvo nominada al Oscar 2011 como mejor montaje de sonido, así que vale la pena escucharla al menos.
Por lo pronto los que no la han visto no se asusten, no terminarán babeando y tomando cerveza luego de hacerlo, no se convertirán en falsos machos y podrán seguir riendo a carcajadas y llorando cuando lo necesiten.


jueves, 30 de enero de 2014

Her: La caricia de un bit



Por @Joaquin_Pereira

¿Las distancias deben medirse en metros o en likes? ¿Estamos más cerca de nuestros vecinos que no conocemos o de nuestros amigos virtuales que viven a kilómetros de distancia y con los cuales chateamos por horas? ¿Somos ese extraño que no habla con nadie del vecindario o el que es popular en las redes sociales… o ambos a la vez?

La tecnología ha aumentado la distancia a la que tienen acceso nuestros sentidos y apenas estamos comenzando a tener conciencia de lo que esto significa. Las fronteras cada vez más están desapareciendo y gana terreno -virtual- un  nuevo territorio: FaceBook y una nueva economía: Bitcoin.

¿Y el amor?¿Cómo ha cambiado la forma en que se relacionan las personas la trepidante incursión de la tecnología en nuestras vidas? Este es el punto de partida de la cinta Her de Spike Jonze, protagonizada por el rebelde de Hollywood Joaquín Phoenix, y en la que también participan Scarlett Johansson – más bien su voz-, Rooney Mara –luego de bañarse y quitarse el personaje de Lisbeth Salander en The Girl with the Dragon Tattoo-, y Amy Adams –luego de despeinar a su Lois Lane de Man of Steel-.

Y la respuesta es como el laberinto que encuentra Samantha al final de la película dentro de su mundo virtual: ¿El Nirvana? ¿El verdadero cielo al que podremos aspirar alguna vez los humanos?

Si ahora nos sorprende cómo son las fiestas entre adolescentes. Todos apretujados en sofás pero concentrados en sus Iphones, la película Her nos muestra cómo será el futuro, ya no en varias décadas sino en pocos años dado lo exponencial del avance tecnológico: Una multitud de personas deambulando por las calles comunicándose únicamente con su sistema operativo hecho a la medida.

Actualmente vemos la gestación de “Samantha” cuando navegamos en Google y Amazon y luego vemos reflejados nuestros gustos en Facebook con publicidad hecha a la medida. O cuando escribirmos un correo en Gmail y éste nos sugiere las personas a quien enviarlo. ¿Hasta qué punto hacemos lo que verdaderamente deseamos y no lo que las campañas de marketing nos bombardean sutil y maquiavélicamente por medio de la conexión virtual?

Si las relaciones interraciales, entre personas que se llevan mucha edad, la homosexualidad y los amoríos múltiples aún hacen santiguarse a más de un puritano, Her nos confronta aún más al presentarnos la última frontera de las relaciones interpersonales: ¿somos nuestros cuerpos o el alma que se comunica a través de ellos? ¿Pueden amarse dos seres sin tocarse físicamente?

Y fue Joaquín Phoenix el encargado de soportar este cuasi monólogo sin que cayera nuestra atención por la trama, ayudado algunas veces por ese extraño bigote y lo retro-nerd de su vestimenta. 

Aunque fue olvidado en las nominaciones al Oscar 2014, quizá reciba un Oscar Virtual pues Her fue nominada a mejor película y él es la columna vertebral del film, tanto que estamos tentados en llamarla Him.  


martes, 28 de enero de 2014

Gravity, o cómo reconciliarse con la vida




El sueño de todo cineasta es filmar una película basada en un gran y único plano secuencia, esa gran toma sin cortes que hizo célebre Orson Welles, y el mexicano Alfonso Cuarón lo hizo realidad con su cinta Gravity

Pero todo sueño tiene sus enemigos que atentan contra su realización, y en el caso del plano secuencia los principales son lo complejo de la locación y el ruido que genera las personas o seres que habitan ese espacio. 

Cuarón inteligentemente se vuela de un plumazo ambos problemas al situar su historia en el espacio exterior: ¡listo!, te sacas 7 mil millones de personas del encuadre – con todas sus historias individuales – y las colocas como telón de fondo, mirando al planeta desde lejos, uniendo a la humanidad en una historia común: la vida.

Los amantes de las películas de acción disfrutarán del estallido de los satélites y estaciones espaciales, pero éste no es el tema central de la película. El núcleo central de la historia es cómo un ser humano supera la pérdida de un ser querido y se reconcilia con la vida. Paradójicamente el eslogan de Gravity es “No te sueltes”,  porque presenta la disyuntiva de no querer soltar el amor por alguien que ha fallecido sin cortar los lazos que nos mantiene con vida.

Para los que no han visto todavía esta película les recomiendo dejar en este punto el texto y retomarlo cuando la vean para que no adelantar algunas escenas claves. 

Y es que hay muchas memorables en Gravity: mi favorita, cuando la doctora Ryan Stone (Sandra Bullock) logra sacarse por primera vez el traje espacial mientras se forma una especie de útero con la nave presentando a la protagonista con un feto que se mantiene vivo gracias a ese complejo nicho electrónico.

Otra escena, la última, me recuerda el final de la cinta The Passion of the Christ, de Mel Gibson: cuando el protagonista se levanta y de forma heroica comienza a caminar. Previamente una pequeña rana se convierte en la metáfora del largo y peligroso camino que ha tenido la evolución de la vida en la tierra.

En Gravity todo tiene significado. No es gratuito que la protagonista parta de un transbordador norteamericano -donde veremos flotar un marcianito de looney tunes-, pase a una estación rusa - donde encontrará la estampita de un santo-, y de allí a una nave china – donde veremos un pequeño buda-. Pareciera que el director dejara un mensaje oculto para el ojo avisado: nos dice “despierta, así como tenemos idiomas diferentes, tenemos también maneras diferentes de expresar nuestra Fe, pero en el fondo el mensaje es el mismo”.

Cuando ves una película y al final lo primero que dices es “quiero volver a verla”, el director logró su cometido porque no sólo te atrapó por 91 minutos – lo que dura Gravity- sino que lo hizo por el resto de tu vida, pues su historia ya forma parte de la tuya.

En un mundo cada vez más lleno de gente y más vacío de humanidad, vamos perdiendo la esperanza y la confianza en el género humano. Y viene Cuarón y te estalla en la cara Gravity, como una cachetada a tiempo que te dice “despierta, la vida puede ser una mierda pero vale la pena vivirse: levántate y disfruta del resto del viaje”. Gracias Cuarón.

lunes, 27 de enero de 2014

Despachando quemaditos




Inicié el 2014 con el objetivo de ir viendo una serie de películas que tenía pendiente por disfrutar y que se habían venido acumulado en el formato “quemadito” o copia pirata que en Latinoamérica termina siendo un mal necesario.

Los primero días del año he venido adelantando esta tarea y ya he generado tres grupos: las que me gustaron, las fatales y las que llamo buenos intentos.

Entre las que me gustaron están:

Grupo 7 (2012), de Alberto Rodríguez Librero. Es una película española del género policial que supera las típicas escenas de acción y roza interrogantes interesantes sobre el género humano. Aunque parecía que la película iba a ser parecida a las típicas series televisivas españolas que se sostienen en el sexapil de sus protagonistas, en este caso los actores se lucen y aumentan sus registros actorales.

Argo (2012), de Ben Affleck. Aunque Affleck es uno de los actores que menos me gusta debo reconocer que su película sí me agradó sobre todo por su edición. Creo que haber usado barba me hizo olvidar afortunadamente de quién se trataba. 

Shame (2011), de Steve McQueen. Es una película británica ambientada en Nueva York y trata sobre la compulsión sexual de su protagonista cuya relación con su hermana es enfermiza. Lo que más me gusta es que no hay un narrador que moralice o explique de forma excesiva la trama, al contario se deja en el espectador el trabajo de darle significado a la historia.

Man on ledge (2012), de Asger Leth. Tener al protagonista el 90% de la película en la cornisa de un edificio me parece súper interesante y difícil de mantener la atención del espectador, que se logra. Por otra parte me agradó ver la participación dentro del cast de la actriz venezolana Génesis Rodríguez, la hija del Puma: fresca, graciosa, bien plantada; lástima que el guionista cae en un estereotipo gratuito en uno de los diálogos al introducir una burla llamándola “chiguagua” para subrayar su origen latino.  Me decepcionó un poco la escena final que no le hace justicia a lo bien tratada de las escenas en la cornisa: los directores deberían saber cuándo cortar la película para no terminarla con una cursilería.

Entre las fatales:

Skyline (2010), de los hermanos Strause. Mala, tipo película del canal por cable ScyFy.

The Freebie (2010), dirigida y protagonizada por Katie Aselton. La buena idea en la que se basa – sobre permitir a tu pareja tener una noche libre con otra persona- termina siendo presentada de forma pacata y demasiado simple. Uno termina preguntándose ¿había que hacer una película para tan poco?, y la respuesta es: quizá la directora tiene un trauma no resuelto que le hace pensar que lo mostrado en la película iba a impactar a todo el mundo.

Y entre los buenos intentos están:

The Adjustment Bureau (2011), de George Nolfi. El protagonista es Matt Damon y la película nos hace pensar en esas pequeñas acciones que cambian drásticamente nuestro destino.

Chronicle (2012), dirigida por Josh Trank y escrita por Max Landis. Utiliza el ya muy usado juego de la cámara en mano que hizo célebre la cinta The Blair Witch Project, pero sin generar mareos en el espectador.

The Mortal Instruments (2013), de Scott Stewart. Es la versión cinematográfica del primer libro de una saga para adolescentes de la escritora Cassandra Clare. Aunque logra tener un cast de actores con trayectoria que fortalece a los novatos, la historia se presenta como un calco saturado del libro que puede confundir al espectador. 

After Earth (2013), de M. Night Shyamalan. Protagonizada por Will Smith y su hijo Jaden Smith, lo major de la película es uno de sus diálogos: “Danger is real, fear is a choice” (“El peligro es real, el miedo es una opción”).

Esclavo de Dios (2013), de Joel Novoa Schneider. Es una película venezolana que presenta el conflicto Israelí Palestino a través de la historia de los terroristas suicidas. Pequeña pero buena es la intervención de la actriz María Alejandra Martín. El protagonista parece una foto que camina que dice sí soy árabe pero no transmito ninguna emoción pese a que voy a morir y dejar a mi esposa viuda y a mi hijo huérfano.

En las próximas entregas generaré un post por cada película que vea con mis comentarios sobre ella. Sigamos disfrutando del cine, sin cotufas en mi caso.