lunes, 13 de agosto de 2018

CounterPart: Integrar lo que vemos en el espejo




Cuando nacemos estamos conectados fuertemente a la fuente universal del amor, somos amor en estado puro. Pero con el paso del tiempo proyectamos ese amor que somos en las personas de nuestro entorno, principalmente en nuestros padres, y comenzamos a competir con nuestros hermanos por la atención de ellos. Para hacer esto creamos una personalidad paralela a nuestro espíritu esencial, algunos lo llaman ego. Este ego crea estrategias de supervivencia. Algunos usan la máscara del pusilánime para ser tomado como inofensivos y pasar desapercibidos; otros asumen una postura agresiva para ocultar sus miedos y mantener a los otros a raya. Si pudiéramos vernos en dos universos paralelos, en cada uno con un tipo de personalidad diferente, nos sorprendería lo aparentemente distintos que podemos llegar a ser. Esta es la idea central de la que parte la serie CounterPart, de la productora estadounidense Starz, escrita por Justin Marks y con la interpretación del personaje protagónico del actor J.K. Simmons, ganador del Oscar por la cinta Whiplash

Justo cuando ocurre la caída del mundo de Berlín sucede una distorsión espacio temporal que genera dos universos paralelos, inicialmente iguales en todo. Una pandemia azota uno de esos universos generando diferencias notables entre ambos a partir de ese suceso. De eso va CounterPart, pero es mucho más que una simple curiosidad posible en la ciencia ficción. 

Howard Silk 1 nunca ha dejado de asistir a su empleo en varias décadas, aunque siempre ha deseado un ascenso nunca lo han tomado en cuenta para ello dentro de la organización. Su esposa ha sufrido un grave accidente que la mantiene en coma, él no ha dejado un solo día de visitarla y leerle poesía. Sabe que es capaz de mucho más de lo que ha logrado pero continuamente se está repitiendo a sí mismo que no está preparado aún para dar el salto, le aterroriza mostrar sus talentos y ser rechazado.

Howard Silk 2 no tolera que nadie le levante la voz o le dé órdenes, ha logrado escalar en la estructura de la organización para la cual trabaja dejando varios “cadáveres” en el camino de entre los que osaron cruzársele. Eso de estar pendiente de lo que siente su esposa y su hija le parece una cursilería por lo que genera una ruptura con ambas. Es un lobo solitario y aparentemente se siente orgulloso de ello, pero cuando está a solas siente un vacío que lo come por dentro. 

El encuentro entre los dos Howard hará que uno se empodere y deje su máscara de desvalido con la que intentaba encajar en la sociedad y el otro logre ser más empático mostrando su lado vulnerable que escondía detrás de su postura de ser sobrado y autosuficiente. Ambos intentarán trascender sus posturas egóicas disfuncionales para ser una unidad completa en si misma sin necesidad de doblegarse o apabullar para mendigar o forzar el amor de los otros. Ambos en el fondo desean volver a su inocencia primigenia. 

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En una de mis caminatas por Madrid observé una pancarta electrónica que estaba proyectando una cita reflexiva: “- ¿Qué tomas para ser feliz? - Decisiones”. Y efectivamente es así, estamos felizmente condenados a tomar decisiones permanentemente. Aún si nuestra opción es no hacer nada, eso ya es una decisión que producirá sus respectivos efectos. Cada una de nuestras decisiones nos hace atravesar un portal a un universo particular de entre los infinitos posibles. Lo maravilloso es que en todo momento podemos detenernos y elegir nuevamente para proyectar ante nosotros un universo más benévolo que en el que estamos. Hace un tiempo escribí un cuento corto sobre este tema de la generación de universos paralelos a partir de las decisiones que tomamos. A continuación se los presento:

Paralelos
Sé que muchos optan por el cigarrillo para superar la ansiedad durante el día, pero yo prefiero utilizar el último gadget de Apple: el Parallel Clock, un artilugio que permite revisar las probabilidades de fortuna que tiene tomar alguna ruta en la vida al captar los diversos universos paralelos que nacen luego de tomar una decisión. No sé cómo funciona. Escuché que algo tienen que ver los recientes descubrimientos sobre la física cuántica, pero al igual que con el comando a distancia del televisor o el interruptor de la luz lo importante es si funciona. Desde su lanzamiento los tarotistas y otros mercachifles han caído en paro pues con este reloj todos podemos escoger nuestra siguiente acción sabiendo que es la más afortunada. Por lo general hay cientos de opciones disponibles por cada pregunta que le dictamos al Parallel Clock, pero en este momento hay una novedad: Parado en esta esquina el reloj me muestra un solo universo posible. Tengo miedo de moverme y perder mi destino, así que espero. 
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Alguien tuiteó: De una sola bala mataron a un transeúnte que esperaba para atravesar la avenida. El robo no parece ser el móvil pues no le robaron su reloj. 

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En el capítulo 8 de la primera temporada de CounterPart los dos Howard se citan en el punto medio de los dos universos paralelos entre los que se han intercambiado. Su conversación es reveladora de la transformación que cada uno está viviendo al encarnar el estilo de vida del otro:

- Sí, la gente tiende a hacer locuras cuando sabe cómo es la vida de su otro yo. 
- ¿Así que lo has hecho por mi bien? 
- No deberíamos seguir aquí. Gracias por la información, lo comprobaré. 
- ¿Hay algo de verdad en ti? Después de todo lo que he visto, de lo que has hecho. ¿Queda un rastro de honestidad en ti?
- Mírate, Howard.
- ¿Lo hago, créeme?
- No hace tanto que te envié allí, como un cervatillo en el bosque. Y ahora persigues espías y me traes información útil. 
- ¿Qué quieres decir?
- Deberías darme las gracias.
- ¿Por qué?
- ¡Por abrirte los ojos, mierda! ¿Qué demonios eras antes? El patético maridito leal, mediocre, sumiso e inútil, con tus flores para la mesilla y tu maldita poesía. Mírate ahora. Hay un brillo distinto en tu mirada. ¿Estás disfrutando de mi familia?
- Te odian.
- Sí, es muy posible. 
- Aunque… algo menos últimamente.
- No me ha costado tanto sacar tu imagen del arroyo.
- Un poco de amabilidad, un poco de atención. Te sorprendería lo que se consigue así. He vuelto halgo de bondad a las cenizas de tu existencia… ¡dame tú las gracias!
- Te encanta, ¿verdad? Ir por ahí metiendo las narices en cada detalle de mi vida, en cada fibra de mi ser. 
- Te estamos ayudando.
- “Estamos” otra vez. ¿Sientes algo por ella, Howard?
- ¿Qué?
- Vamos, lo tienes delante: una segunda oportunidad. ¿No? O al menos una oportunidad de, bueno, probar y comparar. 
- Ella no es mi mujer.
- ¿Te gustaría mudarte a tu antiguo piso? ¿Vivir con ella? ¿Sentarte a la mesa con la hija que nunca tuviste? 
- Esta no es mi vida. Es la tuya, no la mía. 
- Sí, y hablando de tu vida, llevamos ya un rato aquí sentados y ni siquiera has preguntado por tu querida Bella Durmiente. Su situación no ha cambiado, por cierto. No sé si puedo decir lo mismo de ti. ¡O incluso de mí, por Dios! Me está matando, vivir tu vida. Cada vez que me miro al espejo, veo más y más de ti reflejado. Todo lo peor de mí, la debilidad y la tristeza me está invadiendo. No te culpo por no echar esto de menos. Aquello es mejor. 
- Lo hago. La echo de menos. 
- ¡Si ni siquiera sabes quién demonios es! Dios, pero que ciego estás. Siento lo de tu amigo del Go, por cierto. No creo que vuelvas a verlo por aquí.
- ¿Andrei?
- No sé cómo demonios lo has hecho para no enterarte de nada. Se conocen del hospital. ¿A su hermana la han ingresado ese mismo día? Qué coincidencia. Pero tú nunca las has visto. Él sin embargo te pregunta: ¿Cómo está tu mujer, Howard? ¿Cómo sigue?
- ¿De qué estás hablando?
- ¿Tú qué crees? ¡Se acostaban! Mierda. Dios, ¿es que no lo ves? ¡En qué estado de negación debes de estar para seguir idealizándola como lo haces! 
- Conozco a mi esposa. 
- ¿Qué? Perdona. Creo que no te he oído bien. Es un espía, Howard. Una farsante, igual que mi mujer. Es una superviviente que utilizaría lo que fuera y a quien fuera para conseguir lo que quiere.
- Bien, ya basta. 
- ¿Crees que tu vida es mucho mejor que la mía? Tu pequeña y miserable existencia. Las mentiras, unas cuantas frases de tarjetas de cumpleaños. Te dejas engañar con gusto. 
- Lo sé. 
- Vas siempre de puntillas. ¡Por el amor de Dios… no me extraña que te pasen por encima como una apisonadora! 
- ¡Maldita sea! ¡He dicho que lo sé! ¡Ya lo sé! Tantos años, las noches fuera, las excusas. ¿Crees que nunca me preguntaba nada? Lo sabía, sabía lo que pasaba. No… no los detalles de su trabajo, pero sí las mentiras. Sabía… lo de Andrei. Porque no ha sido el primero. Es humana. Ha cometido errores. E intentamos superarlo. Sé que no puedes entenderlo. Que a ti no te importa lo suficiente para esforzarte. La amo por todo lo que es y por todo lo que no es. Y al final, esa capacidad de amar, la capacidad de amar a alguien de forma desinteresada es lo único que me distinguirá de ti. 
- Deja de meterte en mi vida. No es la tuya. Son unas malditas vacaciones. Pero tarde o temprano volveré y tú volverás aquí, y no habrá cambiado nada. 
- Supongo que no hay más que decir. 

§

Pensando en las disfuncionalidades egóicas que usamos para sobrevivir estuve pensando en las que podría haber asumido yo. Supongo que inconscientemente he utilizado máscaras para intentar adaptarme a la sociedad. Una máscara que sí recuerdo haber utilizado como medio de poder encajar en un grupo fue durante mi etapa de estudios de bachillerato. Cuando noté que mis notas me hacían ver como el cerebrito de la clase, no quise caer en el cliché de ser el nerd inadaptado que no es amigo de nadie o no invitan a las fiestas, así que sin descuidar mis estudios me forcé a ser “cool” frente a mis compañeros: participé de grupos deportivos, aprendí a bailar, e incluso me escapaba con ellos cuando decidían saltarse una clase e ir a tomar cervezas… Muchas de esas actividades en realidad no me gustaban pero las hacía para no ser rechazado. Ahora de adulto entiendo que lo que estaba haciendo era mendigando amor. Luego del bachillerato seguí usando esa postura de no alardear de mis talentos para que no me rechazaran. Lo que me funcionó en el bachillerato y quizá un poco en la Universidad ha sido fatal en mi fase profesional. Cuando debería mostrar mis talentos abiertamente y sin complejos, siento el temor adolescente de que no debería hacerlo o seré rechazado. 

Una youtuber famosa de astrología, Mia Astral, siempre dice “Cuando eres consiente no puedes ser indiferente”. Tiene razón. Ahora que entiendo que sigo actuando por inercia con posturas que ya no son funcionales debo hacerme cargo de ello y empoderarme. Dejar de esconderme detrás de la máscara del agradable, para mostrar quien en realidad soy, el capaz, aunque a algunos le pueda caer mal, ese no debe ser mi problema. 

Pensando en los universos que se despliegan ante mí con cada nueva decisión, en un primer momento me siento abrumado o perdido. Pero cuando me doy cuenta que sólo basta tener claro el núcleo de mi esencia –lo que amo, lo que quiero hacer y mis requerimientos- todas las decisiones fluyen con más facilidad y transparencia. A esto yo lo llamo mi “Tao personal”, y me está ayudando a crearme una vida de la cual me guste ser protagonista... sin máscaras.  Quiero ver cada mañana en el espejo mi verdadero rostro, con sus luces y sus sombras. 



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