jueves, 9 de agosto de 2018

Once Upon A Time in November: Ya basta de “búscate la vida”.



Por @Joaquin_Pereira

No importa si fuiste profesora o si eres un estudiante destacado de derecho, o amante de los animales o defensor de la ecología, si tu pirámide de Maslow le falta la base estás jodido y todos terminan diciéndote esa nefasta frase de “búscate la vida”.

No importa el bien que hayas hecho ni lo bien intencionado que seas, si a tu país lo secuestra un grupito de narcotraficantes –léase Venezuela- y te obligan a salir despavorido a un país donde nadie te conoce, la incertidumbre será tu compañera de viaje.

Fue inevitable pensar en ello cuando comencé a ver la película Once Upon A Time in November, del director Andrzej Jakimowsky (Polonia, 2017), dentro del ciclo de películas indie que proyectan a cielo abierto en Matadero, Madrid.

Un joven estudiante de derecho deambula por Varsovia en noviembre de 2013 al haber sido desahuciado de su vivienda junto con su madre y su perro por no poder pagar la hipoteca que pesaba sobre ella. Para colmo la ciudad sufre violentas manifestaciones entre fascistas y revolucionarios. 

Estuve a punto de pararme de la silla y dejar la proyección a medias al ver cómo el protagonista busca desesperadamente a su mascota extraviada en medio de las protestas callejeras. Todo en la cinta me recordaba aspectos dolorosos de mi pasado reciente que me he obligado a no pensar en ello para no ahogarme mientras intento abrirme paso en una ciudad en la que a nadie le importas una ostia.

En primer lugar está el temor a quedarme en la calle por no alcanzar el pago de la habitación que logré alquilar. Luego está la culpa por las mascotas que debí dejar en Venezuela en un par de refugios, cuyos dueños irresponsables terminaron extraviándolas o matándolas de hambre. Y también está el recuerdo de las protestas callejeras vividas en 2017 en Venezuela en la que murieron tantos jóvenes luchando contra un régimen dirigido por crápulas. 





Es como si la vida se estuviera burlando de mí, o si estuviera haciéndome pagar por un karma del que intenté escabullirme. Que si no lo quieres recordar tío te lo voy a poner en frente por una hora y en pantalla grande.

Luego de sufrir durante casi 100 minutos regresé a mi habitación en Madrid, agradeciendo que por esa noche tuviera techo y comida. Me acosté a dormir pensando que por lo menos por algunas horas no tendría de qué preocuparme. 

El problema es cuando sale el sol y la realidad se cuela por tu ventana. Allí tienes que echar mano de todas las estrategias de resiliencia que has tenido que utilizar desde que naciste para no volverte loco y lograr alcanzar tus metas.

Cada vez que creo haber pasado la tempestad una nueva urgencia me recuerda que Urano sigue en mi casa 12 destruyendo todo lo que alguna vez me dio seguridad, y ahora para colmo comenzó su retrogradación –me disculpan los que no sepan de astrología.

Para quien siempre ha logrado superar las adversidades y en el camino ayudado a otros con sus problemas, tener que admitir que requieres ayuda es algo que no aceptas fácilmente. Sé que todo va a pasar… alguna vez… quizá en noviembre. 



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