sábado, 11 de marzo de 2017

Desde allá: nos aterra que nos salven



@Joaquin_Pereira

Desde que vi la cinta Desde Allá(2015) -opera prima del venezolano Lorenzo Vigas-, me quedé con la inquietud de que algo se me había pasado por alto. No entendía la reacción que tuvo el protagonista al final. Ahora pasado un tiempo y viéndola nuevamente ya lo entiendo: Armando no le perdona a Elder el haberlo salvado de su infierno personal.  

Algún despistado pensará que Armando reacciona ante el crimen que cometió Elder, pero en realidad lo que lo hace delatarlo no es la culpa ni algún afecto por su padre.  Lo que no soporta es que su dinámica de vida se haya trastocado: ya no podrá perseguir a su padre por “eso que le hizo en la infancia”; ya no podrá satisfacerse sexualmente como lo había hecho hasta ahora, “desde allá”, sin tocarse.

Nos acostumbramos a nuestros infiernos, a ser las víctimas, a justificar nuestras perversiones. Si alguien viene y nos ordena la casa de otra manera nos desesperamos. Odiamos que nos curen nuestras fobias, nos angustia que nos metan obligados en el ascensor, no perdonamos que nos salven. 

¿Cuántas veces nos involucramos en relaciones sólo de manera superficial, arguyendo una supuesta madurez o visión pragmática del sexo, cuando en realidad lo que tememos es mostrarnos tal cual somos, vulnerables?

Sí, relacionarse es cambiarse mutuamente. Es como leer un libro o ver una película, no somos los mismos luego de la experiencia. ¿Y es que hay algo malo en cambiar nuestras sofocantes certezas para darle cabida al amor?

Las formas valen oro

Muchas veces no es la historia en sí sino la forma de mostrarla lo que hace de una película una obra de arte. Esto sucede con Desde Allá, que la llevó a alzarse con el León de Oro de la 79 edición del Festival de Cine de Venecia.

El uso del desenfoque; la cámara en mano que permite integrar la naturalidad de la vida citadina en la ficción de la película; el cuidado en los detalles como por ejemplo en la forma tan poco fluida en que se besan los protagonistas; el uso del silencio para obligar al espectador a acercarse a las escenas;… son algunas de las decisiones tomadas por Vigas para conformar un universo creíble y expectante. 

Cuando los personajes están bien conformados y el director conoce muy bien sus historias, una frase o un gesto bastan para mostrar toda la pulsión interna que bulle en su interior: “Lo olvidaste”, le dice Armando a su hermana luego de romper algunos frascos, refiriéndose a algo que hizo su padre cuando eran niños. Dos palabras y un gesto bastan para poner en alerta al espectador del drama que sacude a los personajes.

Vigas logra hacernos voyeuristas del drama expuesto en la película al convertirnos en testigos no omniscientes. Es el espectador el que termina conformando la historia con su propia visión del mundo y sus prejuicios. Definitivamente he quedado con ganas de ver nuevas producciones de este director.  


No hay comentarios:

Publicar un comentario