miércoles, 22 de marzo de 2017

Kong: el “whatsapp” de la naturaleza llamándonos a regresar


@Joaquin_Pereira


¿Desde cuándo no nos sentamos al pie de un árbol y posamos nuestros pies descalzos en la tierra? ¿Por qué el hombre y su tecnología se han alejado tanto de la naturaleza hasta pensar que no forma parte de ella?

Es allí donde personajes como King Kong reviven periódicamente en la gran pantalla como forma de catarsis colectiva ante nuestra desconexión esencial. 

La más reciente versión, Kong: Skull Island (2017) del director Jordan Vogt-Roberts, nos muestra nuestro deseo de libertad y fuerza encarnado en un simio gigantesco que derriba helicópteros como si de libélulas se tratara, pero que es capaz de tratar con sutileza a una joven por la que siente amor.

Amor, libertad y fuerza, tres características de la naturaleza que nuestra sociedad nos hace perder en ruedas de hámster. Nacemos como simios imponentes y nos convierten en pequeños roedores asustados. 

  
Ya entiendo por qué ha aumentado las alergias entre la población. Nos hemos alejado tanto de nuestra fuente creando muros asépticos que en el proceso nos hemos debilitado. 

Pensar que un simio gigante puede venir a nuestra ciudad y destruir edificios como si de castillos de cartas se tratara nos libera en cierta forma de nuestras cárceles mentales que le dan demasiada importancia a las oficinas, a los bancos, a los ascensores… 

Tierra, árboles, ríos, mar, lluvia… démonos un paseo por la naturaleza así sea en la pequeña maceta con el cactus que nos acompaña en nuestro escritorio. 

Rescatemos poco a poco nuestro poder. Y un día sin mucho esfuerzo daremos golpes en nuestro pecho y mostraremos los dientes a los que pretenden convertirnos en quienes no somos. Gracias Kong, vuelve cuando quieras, vuelve siempre, a devolvernos la sonrisa, la verdadera, la que muestra nuestros incisivos.  


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