viernes, 10 de marzo de 2017

Manchester by the Sea: lo peor de la muerte es que la vida continúa



@Joaquin_Pereira

Cuando la muerte toca a nuestra puerta, se mete en nuestra sala y la desordena salimos al mundo como si nos hubieran quitado un velo. Vemos a los demás enfrascados en pequeños conflictos sin importancia y nosotros llevamos un vacío en el pecho como un grial que quisiéramos compartir y no es aceptado.
En Manchester by the Sea (2016) su protagonista Lee conserva ese grial, ya no soporta establecer conversaciones intrascendentes sobre deporte o noticias. Es el más cuerdo de todos, pero como todos los demás siguen dormidos no lo toleran, no soportan ver sus propios temores en su rostro como aviso de que tarde o temprano la muerte también tocará sus puertas.
Cuando supe de la muerte de tía Elisa por unos compañeros de liceo corrí a casa a ver a mi madre y la encontré trabajando en su máquina de coser como si no hubiera ocurrido nada. Años después entendí que lo hacía para no colapsar. Esa noche soñé con mi tía y me dijo que le dijera a su hermana que estaba bien;  me angustió que hablaba en portugués y casi no la entendía.
Cuando mi padre murió y me avisaron por Whatsapp las personas que estaban a mí alrededor estaban obsesionadas por problemas domésticos. No podía entender que siguieran  siendo idiotas viendo mi dolor. Luego entendí que yo no formaba parte de sus vidas o que también estaban huyendo de la muerte.
Varias veces me ha tocado tener en mi pecho a un gato en sus últimos momentos. Ver como se aferran a la vida hasta el último suspiro. Cuando se van me dejan tan vacío y sin ningunas ganas de buscar nuevos muebles. 
En una ocasión me avisaron por teléfono que un amigo había fallecido. No lo soporté más: me fui a una juguetería y me compré un rompecabezas tridimensional. Me obligué a romper con el ritual de dolor. Me prometí averiguar cómo coño contactar con los seres que se van porque eso de ir enterrando gente y esconder la cabeza como avestruces ya no era para mí.
Sí, lo peor de la muerte es que la vida continúa. Cada vez más entiendo a esa secta de la serie The Leftovers que se vestían de blanco, dejaban de hablar y fumaban: no soportaban volver a la rueda de hámster de la vida. Una vez que la muerte nos despierta algunos no queremos volver a dormir. 




No hay comentarios:

Publicar un comentario