martes, 10 de octubre de 2017

The Babadook: Cuidando nuestras espirales emocionales



Por @Joaquin_Pereira

Somos infinitamente poderosos, tanto para bien como para mal. Somos nuestro peor verdugo y nuestro mejor abogado defensor. Todo depende de la posición en la que decidamos ubicarnos cuando nos contamos a diario nuestra historia personal.

Lo que pensamos de nosotros mismos se proyecta en los demás y así es como nos perciben.

¿No has notado cómo tu día cambia de acuerdo a cómo lo iniciaste? Si estás esperanzado y motivado pareciera que todo fluye con facilidad. Pero si estás disgustado, triste o desganado todo se entorpece y complica. 

Esto le ocurre a la protagonista de la película australiana The Babadook (2014), dirigida por Jennifer Kent. La repentina muerte de su esposo la empuja a un estado de depresión que la va sumiendo en una espiral descendente de autodestrucción.  

Aquello que nos define puede hundirnos o elevarnos de acuerdo a si asumimos nuestro poder personal o dejamos de ejercerlo. Podemos ser tildados de locos o de creativos, de independientes o de soberbios, de tontos o de amables. La clave está en asumir las riendas de nuestra vida y estar conscientes de la energía que proyectamos en nuestras relaciones. 

La protagonista de Babadook cuando se deja caer en su espiral descendente llega a temer que su hijo sea juzgado por los otros por no poder controlar el decir siempre la verdad. Pero cuando retoma su poder personal entiende que éste es un aspecto valioso en la personalidad de su hijo: “Es igual que su padre”, recuerda y entonces lo defiende. 

¿Por qué nos juzgamos tan fuertemente a nosotros mismos? ¿Por qué les sedemos nuestro poder tan fácilmente a los demás? 

Llega un momento en que cercano al abismo debemos dar un paso atrás y retomar nuestra vida. Comencemos por ordenar nuestros espacios y cuidar nuestra imagen. Comencemos por reconocer lo que funciona y tenemos en vez de atormentarnos por lo que falla o falta en nosotros.

Encerremos a nuestros miedos en un rincón del sótano y mantengámolos a raya para que no canibalicen toda nuestra vida. 

Pareciera que al crecer dejamos de tener miedo a lo que se oculta bajo nuestra cama y no nos damos cuenta que seguimos creando nuevos monstruos.  

Somos infinitamente poderosos, tanto para bien como para mal. Somos nuestro peor verdugo y nuestro mejor abogado defensor.



No hay comentarios:

Publicar un comentario