martes, 12 de septiembre de 2017

10 Cloverfield Lane: En el bunker de nuestro ego

Por @Joaquin_Pereira

No entiendo muy bien por qué pero cuando encarnamos nos asocian un ente llamado ego que se dedica a alertarnos de todos los posibles peligros y enemigos que podemos encontrar en el mundo. Creo que de alguna forma lo requeríamos para sobrevivir en un ambiente tan agreste: dinosaurios, volcanes en erupción, meteoritos cayendo desde el cielo, líderes de otras manadas de humanos…  

Ya no vivimos en la época de las cavernas, ni siquiera en la Edad Media, se supone que como especie hemos generado un estado de bienestar que nos permite confiar más y dejar a un lado las defensas.  Pero nuestro ego no se confía y sigue atormentándonos con todo aquello que puede salir mal. 

De alguna forma nuestro ego se parece al personaje interpretado por el actor John Goodman en la película 10 Cloverfield Lane (2016), del director Dan Trachtenberg y escrita por Josh Campbell, Matthew Stuecken y Damien Chazelle.

Todos quisiéramos tener un bunker –isla, apartamento, empresa- que nos aísle del mundo y nos proteja de todo lo malo que existe “allá afuera”.

El ego no es estúpido, sus estridentes alarmas no responden únicamente a prejuicios exagerados. El ego hila fino y busca intrincados razonamientos para justificar sus mecanismos de defensa. 

El ego es como esos preppers norteamericanos –brigadas de preparación del apocalipsis- que hacen un inventario de los requerimientos para sostenernos en situaciones críticas por efectos devastadores de la naturaleza o del accionar humano –contaminación, guerra,…

En Un Curso de Milagros, ese libro canalizado por una psicóloga norteamericana en la década de los 70, se nos dice que debemos desechar la idea de que existe algún enemigo fuera de nosotros. Nos invita a darnos cuenta que todos somos uno y que vamos encaminados a perdonar todos los errores cometidos para regresar a nuestro origen, la fuente desde donde todo fue creado.

No digo que luego de entender esto salgamos por Caracas a las 10 de la noche a trotar sin el temor que nos secuestren y descuarticen. El sentido común debemos seguir ejerciéndolo. Sólo digo que hay que ver cada situación y persona de forma neutral sin adherirle a priori todas las etiquetas que nuestro ego ha venido acumulando para señalarnos de posibles inconvenientes.

Vuelvo a decirlo de otra forma: no abogo por ir repitiendo afirmaciones positivas como loros pensando que de forma mágica nuestra realidad va a cambiar. Lo que sugiero es dejar de repetirnos esa historia nefasta que nos decimos a diario y que se nos activa como una aplicación de celular que nos consume memoria en exceso.

Lo dijo claramente, no soporto que nadie me incluya ni en sus pesadillas ni en sus sueños húmedos. Soy una persona que busca mejorar continuamente y que no permite que se le coloquen etiquetas. Con mi ego tengo ya para machacarme como para defenderme de los egos de los demás.

No quiero vivir en un bunker. No quiero tener enemigos. Si eso hace que cometa errores y tenga alguna que otra caída en el camino lo prefiero a no vivir. 

La vida siempre es mucho más interesante que nuestros miedos.

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