miércoles, 13 de septiembre de 2017

The Lovers: La misma película en diferente sala


Por @Joaquin_Pereira

Cada vez que nos levantamos nuestro cerebro activa sus aplicaciones tal cual como hace nuestros teléfonos inteligentes. Hay quienes tienen instalado una que podríamos llamar “infierno en casa, paraíso en la calle”.

Esto les sucede a los protagonistas de la película The Lovers (2017), del director Azazel Jacobs: Ambos miembros de una pareja de mediana edad tienen amantes y cuando deciden poner fin a su relación vuelven a enamorarse. Cuando los esposos que no se soportaban se separaron pudieron encajar luego como amantes. 

Los seres humanos buscamos resolver fuera de nosotros mismos nuestros conflictos sin darnos cuenta que estamos continuamente proyectando nuestra realidad basada en un “fotograma” que llevamos en nuestro inconsciente. Puedes tener todo a tu alcance para ser feliz pero si tienes activada la aplicación de la insatisfacción vivirás continuamente malhumorado. 

Esto no sólo ocurre en el ámbito de las parejas. Conozco un familiar que tiene activada la aplicación “en mi trabajo siempre tengo compañeros conspirando en mi contra”. Cada vez que cambia de trabajo se lleva su fotograma interno consigo y vuelve a repetir el patrón, sus nuevos compañeros conspiran contra él.

Otro caso es el de la emigración. Situación que tantos venezolanos estamos viviendo con el establecimiento de una dictadura hambreadora en Venezuela. Aquellos que sanan de alguna forma su emocionalidad con el país, hacen un trabajo de perdón y se llevan los buenos recuerdos vividos les va bien en el nuevo país de destino. Aquellos que salen huyendo amargados y hablando pestes de la circunstancia venezolana se la encuentran allá donde van. Nuevamente, somos proyectores reproduciendo una misma película. 

Así sea mudarse a un nuevo país, conseguir un nuevo empleo o tener una nueva relación, todos debiéramos ponerle un velo a nuestras creencias limitantes para no seguir reproduciéndolas. Como en la pintura del artista René Magritte titulada también como la película que inspiró esta crónica, The Lovers (1928): debemos disfrutar del beso sin estar juzgando a nuestra pareja teniendo como referencia nuestra experiencia pasada.



Cada momento que vivimos es nuevo e irrepetible, cada circunstancia es neutra en esencia. Somos nosotros los que de forma inconscientes teñimos todo lo que vemos con nuestros paradigmas. Como esas proyecciones artísticas que tiñen las fachadas de edificios, así nosotros interpretamos la realidad según nuestras creencias.

Ya lo he dicho en otras crónicas, en varias ocasiones me han colocado como el salvador o el verdugo de las historias que se hacen algunos en sus mentes. No soy ni una cosa ni la otra, no quiero formar parte de pesadillas ni de sueños húmedos. No acepto que nadie proyecte su mierda sobre mí.    




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