miércoles, 13 de septiembre de 2017

Under the Skin: Iluminando el cuarto oscuro


Por @Joaquin_Pereira

Cuando visité por primera vez Madrid, me invitaron a un bar en el barrio de Chueca. Sí, ese, el de las banderas arcoíris y la tolerancia sexual. Cuando entré junto a un par de amigos el local estaba casi vacío. Había unos televisores que pasaban porno de forma continua. Pedí una cerveza y me senté en la barra. 

Me pareció curioso que los que iban llegando al local pasaban al fondo del mismo y desaparecían. Algo así como les ocurría a los personajes de la película de ciencia ficción protagonizada por Scarlett Johansson Under the Skin (2014), del director Jonathan Glazer.

De repente noto que un hombre no deja de dar vueltas, entra y sale del fondo del local con cara de loco, algo así como el ente que encarnó Johansson en la película. 

La curiosidad periodística privó y me fui al fondo del local. Todo estaba oscuro. Cuando mis pupilas se dilataron pude percibir una especie de cubículos que en primera instancia asocié con baños, pero no. Se trataba de espacios privados donde desconocidos tenían sexo.

Luego investigando por internet supe que los primeros cuartos oscuros destinados al público gay en bares surgieron en Estados Unidos en los años 60 del siglo pasado como parte de la revolución sexual de aquella década. 

Leyendo el libro El diario de JL (2005), de Álex Rei, me enteré de más detalles sobre los cuartos oscuros en locales nocturnos de Madrid y de otras ciudades de Europa.  En dicho libro cuenta con detalle sus incursiones en esos cubículos para tener sexo con desconocidos. Poco a poco fui conociendo la fauna del ambiente gay de la mano de Rei. Al final del libro el autor concluye que pasar de un cuerpo a otro buscando insaciablemente el amor lo hacía sentir cada vez más vacío. 




Parece que de hecho al entrar en alguno de esos cuartos oscuros nuestra alma cayera en una especie de limbo o universo paralelo, dejando nuestro cuerpo como una marioneta que es manoseada sin otro objetivo que la satisfacción momentánea del deseo sexual.

Musculosos. Delegados. Peludos. Tatuados. Gordos. Rudos. Delicados. Negros. Amarillos. Pelirrojos. Morenos. Rubios. Viejos. Niñatos… Vamos por la vida tirando a cuanto espécimen se nos pasa por delante como si de fumar se tratase. Y ya sabemos lo que pasa con el fumar, termina siendo una adicción que nos deja más vacíos luego de acabar con cada cigarro. 

Creo que los cuartos oscuros cumplen una función, son la válvula de escape de una sociedad híper castradora. En mi caso quiero iluminar mis cuartos oscuros internos; esos en donde me escondo del mundo para sentirme un poco más libre, donde escondo mis deseos.

Desde hace unos años en la particular disposición de mi carta astral me ha correspondido tener –o sufrir- la presencia del planeta Saturno, el de las sanas restricciones, en mi casa 7, el de la pareja. Después de este tránsito hijoeputa he aprendido que siendo minimalista en las relaciones éstas se disfrutan más. Al ser Géminis de signo ascendente, mi tendencia es a querer probar toda la variedad que me ofrece la vida, pero esto termina siendo una fantasía. El elegir a la persona que quieres amar llena en vez de vaciar, nutre en vez de desgastarte, te ilumina en vez de oscurecerte. 

¿De qué nos ocultamos en un cuarto oscuro? ¿De los demás, de los otros, de la sociedad? No. En un cuarto oscuro nos ocultamos de nosotros mismos, del terror de intimar realmente con otra persona. En un cuarto oscuro ocultamos el miedo que tenemos de pensar que si alguien nos conoce verdaderamente nos rechazará y nos terminará abandonando.

Cuando nos amamos verdaderamente, parando de autocriticarnos continuamente, podemos participar plenamente de una relación. Algunos nos rechazarán, sí. Algunos nos dejarán, sí. Eso no importa pues somos seres completos; no dependemos del biorritmo o del humor de los otros. 

En conclusión: A mí me gusta hacer el amor con la luz encendida. 

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