viernes, 8 de septiembre de 2017

Europa report: Tan poco aquí y tanto allá afuera



Por @Joaquín_Pereira

Si sólo vemos nuestros pies la angustia es el resultado obvio, si subimos la mirada a las estrellas es inevitable suspirar e inspirarse. 
Somos infinitamente pequeños en el universo, aunque nuestro ego nos torture con un sinfín de “importantes problemas”. Pero a la vez somos infinitamente grandes, porque de toda la creación somos los únicos conscientes de su existencia y nos hacemos preguntas: ¿De dónde venimos? ¿A dónde nos dirigimos? ¿Estamos solos en el universo?
Esas preguntas son las que intentan responder los personajes de la película Europa report (2013), dirigida por el ecuatoriano Sebastián Cordero, en la que se muestra a una expedición tripulada que supera el límite alcanzado por el hombre fuera del planeta: hasta la luna Europa de Júpiter. 
Como un adolescente que quiere salir de su casa paterna porque se siente asfixiado por la vida trillada, y que tiene que enfrentarse a la angustia de auto sostenerse fuera de lo conocido, los astronautas deben superar un entorno inclemente y silenciosamente aterrador.
En varias oportunidades los personajes en la película se hacen la pregunta “comparado con la amplitud del conocimiento por conocer ¿qué importancia tiene tu vida?”.
Nuestra mayor tragedia, el morir, no inmuta al universo: los planetas siguen sus trayectorias infinitas, los pájaros siguen poniendo sus huevos en sus nidos, llega otro otoño, las mareas suben y bajan puntuales,…
Si la vida nos pone la disyuntiva de salvar algo antes de morir decidimos salvar nuestro registro histórico. Esa es la decisión que asumen finalmente los personajes en Europa report. Dejarle a las generaciones futuras “aquello que vimos”. Como hicieron nuestros antepasados dejando las huellas de sus manos en las paredes de las cuevas.
Por mucho que hemos evolucionado como especie, el hombre sigue dándole prioridad a eso de contar historias alrededor del fuego. 
Si nos vemos como seres pequeños, vulnerables ante un universo despiadado, sólo somos cifras de alguna estadística. En cambio, si valoramos nuestro potencial le damos importancia a nuestra particular obra, resguardar la particularísima percepción de la vida que hemos tenido.
Una vez más una película me permite concluir con mi frase favorita: “Sólo tu obra te salva”. Nuestra obra nos permite seguir adelante pese a la angustia de la certeza de la muerte.
De alguna manera estas crónicas que escribo sobre lo que despiertan en mí las películas son una forma de dejar de ser un simple espectador que consume y se va a dormir, para afirmarme como sujeto consciente que se hace preguntas y quiere dejar su huella en el mundo.
La búsqueda de conocimiento detiene nuestra angustia existencial. Es por eso quizá que cuando estamos deprimidos, atravesando un duelo o angustiados por un problema personal y de repente tiembla la tierra o escuchamos una noticia sobre algún nuevo descubrimiento, recuperamos el interés por la vida. Pareciera que el sentirnos parte de un ente superior –la humanidad-, nos libra de la cárcel de sentirnos solos e indefensos.
No tenemos que salir del planeta para valorar lo que somos, el viaje definitivo es a nuestro interior. Y desde ese centro extraer el mensaje que venimos a traer cuando decidimos encarnar. La clave para reconocerlo es que nos hace vibrar y agradecemos seguir respirando.  

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