sábado, 3 de junio de 2017

Get out: no soy sólo este cuerpo

Por @Joaquin_Pereira

Naces en un momento y lugar específicos y de entrada ya estás jodido. Apenas das tu primer respiro y ya tienes encima un lote de etiquetas: hombre, blanco, de tales apellidos, de tal nacionalidad, de esa religión… 

Cuando comienzas a tomar conciencia de tu ser y quieres decirle al mundo quién eres te echan encima otras etiquetas sin consultarte: debes ser heterosexual, debes estudiar determinada carrera, debes odiar a tales personas,… 

La vida termina siendo más que una estimulante experiencia un juego perverso de odios y defensas. 

Estas reflexiones fueron las que desató en mí la película del día 4 del reto 7x7, Get out(2017), la opera prima del director Jordan Peele. Se trata de una historia de suspenso con coqueteos de humor. 

Un joven negro es invitado a la casa de los padres de su novia blanca. Todo aparentemente fluye con normalidad hasta que se percibe algo raro con las personas de color que habitan en ella. 

Al inicio se dan pequeños indicios que podríamos dejar pasar como un comentario trivial, como el “tenemos un pedazo de la abuela en la cocina”, pero luego nos damos cuenta que ese pedazo es el cerebro de la abuela trasplantado en la cocinera. 

La historia va de unos neonazis que han cambiado el deseo de exterminio de los negros a utilizar sus cuerpos por reconocer su potencialidad, quizás inspirados en el triunfo del corredor negro Jesse Owens en las olimpiadas de Berlin de 1936.

Coincide el ver esta película con la lectura que estoy haciendo de la novela ucrónica de Philip K. Dick publicada en 1962, El hombre en el castillo. La misma especula sobre lo que pudo haber ocurrido si los nazis hubieran ganado la Segunda Guerra Mundial. Esta posibilidad sigue presente mientras los nacionalismos extremos ganen adeptos en nuestra sociedad. 

Me aterroriza el grado de perfección que ha alcanzado el odio. El sumun fueron los campos de exterminio, pero aún perviven entre nosotros igualmente otras perversas muestras de discriminación.

Una de las que me genera mayor terror es el humor. Se hacen chistes sobre mujeres, sobre negros, sobre gays, sobre gordos, sobre feos,… Aparentemente no se está agrediendo a nadie pero tales “bromas” generan una espiral de odio que termina siendo muy lacerante para los que no encajamos en los escurridizos parámetros de la perfección social.

La discriminación no es un chiste y puede generar historias de terror. El primer paso está en reconocer nuestros propios prejuicios y permitir el acceso a nuestra de vida de personas con distintas características y formas de pensar. No es fácil pero el no hacerlo termina aislándonos y a la larga ahogándonos. 

Reconozco que me gustaría ser un ermitaño en una montaña perdida gritándole a todo el que se me acerque Get out, pero a su vez soy un romántico empedernido: Creo en la capacidad del ser humano de trascender su sombra y convertirse en luz. 

Aun estoy buscando ese lugar donde nada importe para crear allí mi hogar. 

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