miércoles, 14 de junio de 2017

Orfeo negro: la poesía nos libra del Cancerbero


Por @Joaquin_Pereira

El amor no existe. Esa es la consigna que escucho día a día en cada esquina de este inframundo en el que habito. Llega la noche y me dispongo a conjurar demonios. El Cancerbero duerme muy cerca, descansa su Alzheimer por unas horas; mañana reinicia su tortura.

Apago las luces. Abro las ventanas y recibo el frescor de la lluvia que con rabia baña las calles de mi cuadra. Enciendo la computadora y pongo a punto la película que por dos horas me salvará de mis tormentos. 

Como en los pasados días juego la ruleta rusa con el cine, no sé qué película enviará esta noche su bala a mi cerebro. La dejo rodar un poco y veo el título; se trata de Orfeo Negro(1959), una adaptación que hizo el director Marcel Camus de una obra de teatro de Vinicius de Moraes.

Paro la película porque recuerdo tener un libro de este poeta, que también fue músico, abogado y diplomático. Pareciera que cuando no había Internet en el mundo los hombres podían dedicarse a varios oficios con total fruición. Hoy no tenemos tiempo.

Busco en mi biblioteca y lo encuentro: Para vivir un gran amor, crónicas y poemas de Vinicius de Moraes. Y juego con las letras de su apellido. Moraes, Mora-es, mor-A-es, Amor-es… Vinicius de Amor es. 

Ojeo las páginas y encuentro un texto titulado precisamente “Orfeo Negro”. En el mismo, el cronista brasileño recuerda momentos del rodaje: “Es algo apasionante crear una película. En esta adaptación construyo la película tal como yo la haría. Al contrario de mi pieza, en que el “descenso a los infiernos” de Orfeo se sitúa en una sala de baile, en el segundo acto, llevo el carnaval carioca hacia el final de la película, como ambiente dentro del que la Muerte perseguirá a Eurídice”.

Me trago el spoiler, cierro momentáneamente el libro y disfruto del filme. Mulatas, negros, Río de Janeiro visto desde el lado opuesto de las postales turísticas, desde la esquina de la miseria, y el carnaval, grosero, atronador, indetenible. Y al final, la felicidad. El sol renace gracias a la música de unos niños.  

Vuelvo al libro y continúo leyendo. Vinicius de Moraes contesta a mi inquietud de por qué tanto carnaval de principio a fin en la cinta: “Estoy en pleno carnaval en la película. Procuro dar el máximo colorido al guion para que, en el caso de una segunda adaptación, el nuevo guionista sienta la animación popular con toda su vibración”.

Y de repente la intuición me habla despacito al oído para no despertar al Cancerbero: “¿crees que si no existiera el amor los artistas por tantos siglos no lo hubieran plasmado en sus obras?”. 

Precisamente la historia de Orfeo y Eurídice es la más romántica de la mitología griega y ha inspirado un sinfín de obras en todas las áreas del arte. En ella se relata la aventura de Orfeo atravesando el inframundo sorteando tormentos –incluyendo al guardián del infierno, el temible Cancerbero- con el encantamiento de su música para intentar rescatar a su amada Eurídice. 

No se deja vencer por la fatalidad y las voces que lo torturaban diciéndole que su amor era imposible. Finalmente logra ablandar el corazón de Hades y Perséfone, que permitieron a Eurídice volver con Orfeo al mundo de los vivos, pero con una condición, no debía voltear a verla hasta que salieran del averno y el sol los bañara con su luz. Orfeo en el último momento sucumbió a su angustia y al voltear condenó a su Eurídice que apenas estaba entrando en la luz. 

Sí, intuición, mientras el hombre crea en el amor logrará que la vida sea posible en medio de las miserias del mundo. Los escritores, poetas, músicos, pintores… debemos hacernos oídos sordos a los gruñidos de quienes pretenden asustarnos y sin mirar atrás seguir construyendo nuestras obras para inspirar a quienes necesitan salir de su infierno.

Vinicius no sólo comparte conmigo el apellido de su padre, Pereira, sino también el gusto por redactar crónicas, como las que acostumbro hacer luego de disfrutar de una película. Comparto con él su visión sobre lo intrincado de esta tarea:

“Póngase el lector, el ingrato lector, en el papel del cronista. Hay días en que claramente la crónica “no sale”. El cronista se levanta, se sienta, se lava las manos, se levanta de nuevo, se acerca a la ventana, llama por teléfono a un amigo, pone un disco, relee crónicas pasadas en busca de inspiración… y nada… Es entonces cuando, si es un cronista de verdad, se agarra por el cuello de la camisa y se dice: “¡Vamos, escribe, farsante!¡Escribe una crónica sobre la silla que tienes delante!¡Y que está bien escrita y que divierta a los lectores!”. Y sea como sea, la historia sale”.

Cierro el libro de Vinicius y me lo llevo a la ventana. La tormenta ha arreciado y el agua entra a bofetadas a mi sala. Me dejo mojar mientras lloro, como si quisiera que las lágrimas se confundieran con la lluvia. 

Veo la portada del libro y leo un poema escrito bajo el título. Lo leo a gritos aprovechando el estruendo de los relámpagos. Como queriendo convertirlo en conjuro que llegue a los oídos de mi Eurídice: 

“¿No es el grito 
la medida del abismo? 
Por eso grito 
cuando medito 
sobre tu vida. 
Tan loca y equivocada…
-¡Qué inútil grito!
-¡Qué inmensa nada!”.

El Cancerbero se agita en su recámara. No me inquieta ya. El amor -sí, esas cuatro puñeteras letras- fue lo único que no se llevó esta noche la tormenta. 

Algunas curiosidades

* Orfeo negro ganó la Palma de Oro del Festival Internacional de Cine de Cannes en 1959, y en 1960 los premios Oscar y Globo de Oro a la mejor película en lengua extranjera.

* Breno Mello, el actor que caracterizó a Orfeo, recibió un homenaje en el festival de Cannes, 46 años después de la presentación de la película de Camus. Fue rescatado del olvido en que vivía pobremente en una humilde casa de Porto Alegre.

* Los actores principales de Orfeo negro fallecieron en verano del 2008 casi 50 años después de haber encarnado la relación entre Orfeo y Eurídice en el cine: Breno Mello, el 11 de julio en Porto Alegre; Marpessa Dawn, el 25 de agosto en París.

*  Gracias a Orfeo negro el Carnaval de Río de Janeiro ganó fama mundial, al igual que la música brasileña.





No hay comentarios:

Publicar un comentario