viernes, 2 de junio de 2017

Perfect Sense: cuando nos quitan todo nos queda el amor



Por @Joaquin_Pereira


Siempre me pasa. Cuando la vida me va a presentar una lección en forma de libro o película, antes me hace vivir una situación donde experimento lo que luego leeré o veré. Es la particular forma que tiene la vida de decirme “estoy aquí, soy real y te estoy hablando, presta atención”. Siempre me pasa.

Antes de ver la película del tercer día del Reto 7x7 estaba trabajando en un ejercicio de escritura. Como saben la poesía intenta expandir el poder del lenguaje para expresar lo inasible.

Me gusta coleccionar momentos que no pueden ser explicados con palabras para intentar generar una frase poética que se acerque a la experiencia. En este caso quería definir con una sola palabra la sensación de dos cuerpos que están a gusto de estar cerca. 

Me pasee por “valimiento”, “inminencia”, “abrazabilidad”, “cobijabilidad”… Estaba perdido, no encontraba la palabra. Y entonces llegó la película Perfect Sense(2011) –del director David Mackenzie- y me dio la que estaba evadiendo por temor a que se alejara. Como cuando quieres agarrar a un gato y al perseguirlo huye: sólo hay que estar en paz y éste se acerca.

Perfect Sense es una historia apocalíptica que muestra el impacto que sufre la humanidad a la que se le van apagando uno a uno sus sentidos. 

La vida es tan abundante, tan generosa, nos da tanto, que la damos por sentada. De tanto estar allí, no la olemos, no la gustamos, no la escuchamos, no la vemos, no la sentimos… 

En los pasados dos años la vida en su infinita sabiduría me fue quitando todo en lo que ponía mi aparente seguridad. Hoy entiendo el regalo escondido detrás del dolor. Me encontré a mí mismo y a la palabra que estaba buscando.

Dos cosas me quedaron claras al ver la cinta, la casi infinita capacidad de adaptación del ser humano y lo profundamente interdependientes que somos unos de otros.

También me mostró como las personas evitan entregarse por completo cuando tienen sexo sin amor. Algunos no besan en la boca –como en la película Pretty Woman-, otras no toleran dormir con la persona luego de hacerlo –como en Perfect Sense

Además me recordó lo profundamente liberador que puede ser fumar un cigarrillo para sortear lo abrumante de nuestra realidad. Fumar en el cine siempre ha sido un símbolo de libertad.

La película me encantó particularmente porque amo la gastronomía y la historia en parte se desarrolla en un restaurante. Si a esto se le suma el cuasi apocalipsis zombi que se genera, me pareció genial. 

Además las fotografías que se van mostrando en momentos claves de la historia me parecieron estupendas pues como fotógrafo he recorrido un camino como documentalista y me sentí como niño en chocolatería al verlas.

Debo mencionar dos escenas cinematográficas de la película que amé: El beso de los protagonistas con tapabocas y unos hombres imitando alegremente el vuelo de unos zamuros en un botadero de basura. 

Y como este texto no va de spoiler les invito a dejar de leerlo hasta que no vean la película. Luego si quieren vuelvan para leer el resto. Advertidos.

En Perfect Sense, cada vez de que se apagaría uno de los sentidos se sufre antes un estado emocional intenso. En una de esas ocasiones las personas sienten la necesidad de ser cruelmente sinceros. El protagonista llega a decirle a su amada que ella es sólo un cuerpo más, con tantos orificios como el de cualquier otra mujer. 

Es cierto, todos somos relativamente iguales. Lo que nos hace especiales –como aquella rosa del Principito- es nuestra capacidad de amarnos. Eso nos hace verdaderamente especiales. El amor es el milagro.

En los últimos diálogos de la película conseguí la palabra que estaba buscando para mi ejercicio de poesía. La protagonista la presenta de la siguiente manera: 

“Así es como la oscuridad se apodera del mundo. Pero primero, los momentos brillantes. Un estremecimiento compartido del lóbulo temporal del cerebro. Un profundo aprecio de lo que significa estar vivo. Pero lo más importante, una necesidad compartida de tender la mano a otros, de ofrecer calidez:
Entendimiento.
Aceptación.
Perdón.
Amor”.

Sí, amor, esa palabra que viene repitiendo la humanidad con las mismas cuatro letras desde el Imperio Romano. Esa palabra a la que le huimos distrayéndonos con amantes o platos exóticos, para luego dormir solos. Amor, esa era la palabra que buscaba.

***
El amor es como ese viajero que estuvo una noche en un pueblo e hizo una fiesta. A la mañana siguiente muchos hablaban de él, aunque pocos los conocieron. Los que estaban dormidos dicen que no existe. El brillo en los ojos de los que asistieron a “esa fiesta” es la única prueba. 

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