miércoles, 7 de junio de 2017

The Boys in the Band: ¿A quién llamarías tú?



Por @Joaquin_Pereira


Debo confesar que me entusiasma conocer a personas que viven su sexualidad con libertad sin pararle al ojo castrador de la sociedad. Mientras no le hagan daño a terceros desde ménage à trois, bondage –esos franceses se las traen-, juguetes sexuales y demás, entre adultos, es válido. La pregunta que siempre queda en el aire es: ¿Dónde dejamos al amor?

De eso, del amor, es de lo que trata la cinta The Boys in the Band(1970), del director William Friedkin, basada en una obra de teatro homónima estrenada en Broadway en 1968. El cast original de la obra de teatro es el mismo de la película.

La historia retrata las diferentes facetas del mundo gay, pero esto sólo es el telón de fondo para tratar un tema más profundo, el amor verdadero. Si el sexo es fuego, el amor es gasolina y si no es tratado con cuidado puede desencadenar una explosión. 

Siempre me ha generado salpullido las logias, las hermandades, los grupetes… Esos términos con que se tratan la mayoría de los homosexuales entre sí –primas, manas- me hacen sentir incómodo. Es como si debieras encajar a juro en alguna tipología. ¿A la pregunta de “qué es lo que te gusta”? deberíamos responder como al empleado fastidioso de la librería “estoy explorando, déjenme solo”. 

Quien no ama es como ese explorador al que se la ha perdido la brújula, malgasta sus energías moviéndose sin destino. El sexo por el sexo es divertido, de eso se trata, pero como el fumar te deja un mal sabor de boca al día siguiente y más vacío si el amor no estuvo entre las sábanas. 

En The Boys in the Band los personajes aceptan participar en un peligroso juego, llamar por teléfono a la persona a la que verdaderamente amaste. Uno a uno, van enfrentándose consigo mismos y su temor a la verdad. La clave para ganar el juego no sólo pasa por aceptar nuestros sentimientos y expresarlos sino descubrir el secreto de una relación sana: la libertad.

Larry y Hank son dos de los personajes que nos muestran esto. Hank es un hombre casado con una mujer y con hijos que al conocer a Larry decide aceptar su homosexualidad pero debe enfrentar una nueva inquietud: ¿permitirías que tu amante se acueste con otros hombres?

Cuando les llega su turno en el juego tanto Larry como Hank deciden llamarse entre ellos, es una hermosa confesión de amor. Pero lo más entrañable surge de Hank cuando le dice a Larry “lo voy a intentar”, al referirse a la necesidad de libertad sexual de su amante. 

Conocí un caso en el que un miembro de una pareja tenía un “muy buen amigo”. Todos sabíamos que no era sólo eso, que era el amor de su vida, pero siempre lo negó. Esta mentira llevó al traste su relación y terminó siendo la sombra de su mejor amigo. Haber participado en el juego de la llamada le hubiera servido para confrontar su verdad y permitir trascenderla. 

Sé que ir en plan "sincericidio" no es lo adecuado y provoca precisamente el alejamiento de lo que amamos. El juego de la llamada no consiste finalmente en que ese otro se entere de tus sentimientos, se trata más bien de que los aceptes tú. Luego si se dan o no las cosas con esa persona, la vida se encargará, no hay que forzar nada. 

Lo que sí no me parece sano es ir de moderno o cool diciendo que el amor es una gilipollés o cursilería, cuando lo que en el fondo tenemos es un profundo miedo a intimar. Es como si escogiéramos sólo parejas ocasionales para evitar que noten nuestra sombra y terminen dejándonos solos. Paradójicamente esa actitud de evitar ser vulnerable es lo que nos termina aislándonos. 

El amor siempre ha sido en mi caso un impulsor para acercarme más a mi propio ser. Sí, he cometido sincericidio –confesar mi amor- y he sufrido sus consecuencias. Esto no me ha llevado a botar la toalla convirtiéndome en cínico. No, creo que el amor sí existe, porque lo he vivido. La clave está en comprender que el amor no es posesión, es inspiración. Si te enamoraste de alguien precisamente por ser quien es, ¿por qué pretendes cambiarlo o castrarlo en nombre del amor?

Me identifico con el personaje de Hank, cuando amo no me apetece desperdiciar mi tiempo en flirteos ocasionales, pero si mi pareja me pide que desea tener un espacio de jardín personal en el que explorar le diría definitivamente como Hank “lo voy a intentar”.   

Si te pusieran a participar en el juego de la llamada, ¿a quién llamarías? 

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